El boom de la criptominería domiciliaria en Gran Asunción

No solo las medianas y grandes “granjas” (unas 160 aproximadamente) producen monedas virtuales. En Paraguay, y más en Asunción y ciudades vecinas, con aire clandestino, disparó el negocio domiciliario. Con una inversión mínima de G. 30 millones, a recuperar en dos o tres años. Luego ya “es toda ganancia”.

 

Por Julio Benegas Vidallet

Ramón (por protección de fuentes, en esta nota solo ubicamos el primer nombre) aparece y desaparece, casi siempre apurado, por el negocio, una casa de electricidad, como si estuviera en algo turbio, nos confía Jimmy, electricista. Jimmy hace servicios eléctricos en el centro de Asunción y alrededores.

Dos años atrás comenzó el trabajo con Ramón. Primero le instaló unos equipos con cables especiales. “Me parecía rara una instalación trifásica en una habitación, para dos o tres procesadores”, cuenta.

Luego Ramón le mandó a instalar equipos en otras casas. En alguna habitación separada. Cables especiales, fuentes de energía especiales. “Son habitaciones con dos, tres, cuatro procesadores, y aire a full”.

Le era raro y le preocupaba ese aire de clandestinidad que rodeaba el trabajo. En algún momento también él se sintió cómplice de algo oscuro. Hasta pensó, como en Contacto, de Carl Sagan, que eran unas máquinas para descifrar mensajes intergalácticos.

Cuando recuerda esto se ríe.

Luego, por casualidad, se enteró de que el bitcoin y otras monedas virtuales se hacían con esas computadoras. Investigó sobre tema y se percató de que no había pena por instalar equipos para eso. Entonces se relajó. “Ahora no sé nada de él. Igual le enviaré mensaje y le explicaré que ustedes no le van a exponer. Pero sinceramente no creo que me responda ni que acepte”, nos dice ante la solicitud de una entrevista.

De este diálogo de El Prisma con Jimmy ya han pasado varios días. Efectivamente, Ramón no respondió el mensaje.

Hoy la ANDE intervino otra “granja” criptominera. Acá, parte de lo incautado.

Los informáticos en el boom de las criptomineras domésticas

Federico, técnico informático, incursionó hace dos a tres años en la instalación de estos equipos de monedas virtuales, a nivel domiciliario. “La gente que hace esto resguarda mucho su privacidad”, se apura en decirnos al preguntarle sobre la posibilidad de una entrevista con criptomineros domiciliarios.

El equipo en sí es un equipo especial, “se hace un raw especial, un soporte especial”.

Federico trabajó con un colega que hacía la programación, el software que se necesita, basado en Linux. “Hay que hacer unas configuraciones para eso, y bajar unos programas especiales. Luego podés controlar desde la web cómo vas minando por día, inclusive desde tu celular, con una aplicación”, cuenta.

Una vez instalada, se deja enchufada la máquina 24 horas. Ella hace todo.

Recuerda que la parte del equipo para minar la mandaron a traer por Amazon. En cuanto al procesador, este es uno común nomás. El trabajo de hacer la minería, que son muchos cálculos matemáticos, se hace con un equipo muy potente.

Federico explica que la gran inversión está en la tarjeta de video, una especial para minar, para hacer la criptominería. “Una vez, la que recuerdo bien, pusimos cuatro tarjetas de video; cada tarjeta de video tiene su potencia, sus configuraciones, potencia en cálculo. Cuanto más es la capacidad de resolver problemas matemáticos es más cara”, añade.

-¿Cuánto más o menos?

El precio promedio de las tarjetas está en G. 8.0000.000. Luego, la placa madre entre G. 1.000.000 y G. 1.500.000, y un procesador estándar de G. 400.000 a G. 500.000. El otro tema importante es que la tarjeta de video consume muchísima potencia. Necesitás una buena fuente de energía de dos o tres millones de guaraníes.

-¿Y entonces, cuánto cuesta instalar una criptominería doméstica?

Hace dos o tres años estaba entre G. 25 y 30 millones.

-¿Y en cuánto tiempo se recupera la inversión?

La recuperación es a dos o tres años. El precio de las monedas es muy fluctuante. Después ya es toda ganancia. Con el paso del tiempo, las tarjetas de video se desgastan. Por eso la gente empieza a vender al año, por foros de Telegram o Facebook. Hay gente que vende la tarjeta al año. Disminuye su capacidad, hay que hacerle mantenimiento.

-Nos han comentado que son habitaciones con refrigeración permanente.

Sí, algunas personas ubican ventiladores encima de las máquinas. Otras mantienen el aire prendido las 24 horas.

-Alto consumo de energía entonces…

Tiene su costo, costo de la ANDE (Administración Nacional de Electricidad). Si tu consumo era G. 350.000 mensual, se te puede disparar a G. 600.000. Hicimos charlas con gente interesada, que tenía un poco de plata. Les asesorábamos. Esta es plata que te tiene que sobrar. Hay que prepararse para perder esos G. 30 millones. No le saques la leche a tu hijo, es plata que te tiene que sobrar. Si te sobra, y no sabés qué hacer y no querés meter en el banco, invertí en criptominería. A la larga te dará resultado.

-¿Qué moneda virtual producían las máquinas que instalaban?

Nosotros no instalábamos bitcoin, para eso se necesita mucha plata, genera mucho ruido, cien y doscientas tarjetas de video, ambiente completamente climatizado. Una inversión de un millón de dólares. Tengo amigos que hacen. Roban energía. A la larga conviene. Desde hace dos meses el bitcoin comenzó a subir hasta 60 mil dólares. Ahora mismo vi que está a USD 93.000.

Anteayer, el bitcoin trepó a USD 96.301

-Bueno, y entonces, ¿qué monedas producían?

Etherium se llama la criptomoneda, hoy está 3.200 dólares. Cuando empezamos con este tema, empezó a bajar. Luego hubo un salto impresionante, no sé ahora, pero hubo un salto entre julio y agosto del año pasado.

-¿Y qué hacés con las monedas?

Vas acumulando y las vendés. Hay gente que compra y te transfiere directamente a tu cuenta. Hay gente que se dedica a eso en Asunción.

De las casas a las grandes empresas

Muchos técnicos e ingenieros informáticos se alejaron de las instalaciones caseras. Ya no se ponen a probar suerte en sus habitaciones. Este es el caso Rafael, de Mariano Roque Alonso. Él, durante la época más cruda de la pandemia buscó denodadamente meterles en su proyecto a varios de sus vecinos.

“Ahora trabajo más con los equipos Asics, que son otro nivel de minería. Trabajo con gente de Ciudad del Este, Encarnación, Concepción y Asunción”, nos cuenta. Los Asics son equipos preparados específicamente para minar bitcoin.

Rafael cree que el actual precio del bitcoin llamará la atención para que nuevas personas ingresen a la minería casera. Pero “yo, por ahora, estoy otra”.

Las medianas y grandes empresas

En la entrevista de El Prisma con el portavoz de la Cámara Paraguaya de Minería de Activos Digitales (Capamad), Jimmy Kim, este alerta sobre la competencia desleal de las “granjas” clandestinas, las que usan la energía eléctrica sin contrato con la ANDE.

La cámara, que representa a grandes empresas que utilizan miles de computadores, como Penguin (Hernandarias), calcula que ahora, con la suba del 16% de la ANDE para las granjas, se han salido del contrato con la ANDE unos cuantos. De 72 establecimientos han quedado 60 aproximadamente.

El resto, probablemente, se haya ilegalizado. Es decir, que estén usando energía eléctrica sin asumir el fin.

El costo de la energía eléctrica en toda la producción de las monedas, en el caso de las empresas legales, asciende al 70%.

También, en la misma entrevista, Kim presume que existen entre 60 y 100 granjas ilegales. Pero esos números son de las medianas y grandes empresas, que usan cientos y miles de computadoras. Los emprendimientos caseros van por otra línea y despiertan el interés de personas con poco capital.

A esta gente Federico le recomienda que “no les quiten la leche a su hijo”. Pero que si les sobra, y no quieren meter en el banco, la criptominería es una “ganancia segura” a partir de dos a tres años.

El caso de Fernando

Fernando quedó destrozado. Deprimido. Es que, justo en un desplome del precio de las monedas virtuales, él se había endeudado en G. 60.000.000 para que una amiga, informática, los utilice para “minar” monedas.

Fernando vive en Barrio Obrero con su madre, una señora que está en cama hace mucho tiempo. Él es el único hijo. Hasta ese momento, en su vida austera, sin alcoholes, cigarrillos y farras, sus adicciones, por lo menos las evidentes, pasaban por tener todo el vestuario de Dragon Ball y los muñecos de la Guerra de las Galaxias.

De esa plata no ha visto ninguna ganancia, y quedó atrapado en la deuda. Periódicamente, a través de Banco Nacional de Fomento, se lo descuentan de su escaso salario de funcionario menor de la Municipalidad de Asunción.

-¿Por qué tomaste tanta deuda?

Quería juntar para la indemnización de Doña Rosa, la señora que cuida a mi madre.

Es probable que a Fernando no le haya ocurrido lo que le ocurrió de tener amigos como Federico.

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