Hasta un 15 por ciento del combustible fósil utilizado en Paraguay se puede reemplazar por el biogás, sostiene el científico suizo Jean Pulfer, docente investigador en la Facultad de Ingeniería de la UNA (FIUNA)
Jean Pulfer está hace 30 años en Paraguay. Más de diez años como docente investigador. Acaba de enviar el resultado preliminar de sus estudios al Consejo Nacional de Ciencias (Conacyt). A través de un proceso aparentemente sencillo, de los residuos orgánicos, entre ellos el estiércol, se puede conseguir combustible. A través de biodigestores (foto de portada) se consigue. Pero no solo biogás, también fertilizantes. El biogás en países como Alemania ya se usa para generar electricidad, pero el interés de Jean es que, en un país con altísima dependencia del petróleo, se intervenga en su sustitución.
La sustitución del petróleo es, por un lado, un gran desafío económico (quedaría más divisas en el país) y, por el otro, una gran necesidad medioambiental, sostiene.
Actualmente, varias empresas usan en sus calderas. Pero en la correcta separación y depuración de los elementos de los residuos orgánicos se puede conseguir una combustión para mover los autos, tanto nafteros como a diésel.
La idea principal de Jean es que el transporte público pueda utilizar esta combustión. Para eso se necesitan adaptar leyes, un marco normativo y el interés del Estado paraguayo en el desarrollo de esta industria.
Así como se hace con el alcohol, con una ley que obliga la mezcla de la nafta y del gasoil con este producto, en un porcentaje menor.
Y puede ser más barato en 20%, asegura.
El biogás también es un producto que emite elementos contaminantes del medio ambiente, pero estos pueden ser neutralizados por catalizadores, como los que los nuevos vehículos ya tienen para reducir los daños.
En fin, se comprime, se almacena como se hace con el gas licuado, y se puede distribuir como tal.
En nuestro país también hay experimentos en granjas, para electricidad y fertilizantes.
En el marco de este proyecto se deberían separar, desde las casas, los comercios, las industrias, los residuos orgánicos. Ahí debería iniciar el proceso.
Pero el primer impulso se debe dar desde el Estado. Con exenciones, con porcentajes obligatorios, hasta que el sector privado vea en esto renta.

Jean camina, nos muestra su biodigestor, también la máquina que estudia las partículas contaminantes. Reflexiona. “Paraguay es muy complejo. Es muy conservador. Acá si no se ve renta inmediata todo es más difícil”, piensa en voz alta.
Pero sigue, sigue, como todo científico, apostando a separar elementos y estudiarlos, con sus estudiantes.
En su proyecto falta ajustar muchos detalles, detalles que deberían ya formar parte de un apoyo técnico mayor.
Cree que en cinco años, esos detalles, en sus minuciosos estudios, ya estarán listos. Pero que si hay mayor interés en sustituir el petróleo para mejorar la calidad de vida de la gente y bajar la dependencia externa de nuestra economía, todo puede ser más rápido.