La “paz” en Gaza y la riqueza palestina

Palestina se asienta sobre gas natural y petróleo no explotados. Una administración propia podría ser la base de la instalación de un estado fuerte. Pero, ya se sabe, las cosas, allí, y en todo el Oriente Medio, no son fáciles. Para nada. Y la paz firmada ha estado más envuelta de espectáculo egocéntrico de Donald Trump que de acuerdos sostenibles en el tiempo. 

Por Gustavo Reinoso

La semana pasada, en la ribera sur de la península del Sinaí, a orillas del mar  rojo, en el exclusivo enclave turístico egipcio de Sharm el Sheij, la audiencia televisiva y de streaming global observó en vivo y en directo una puesta en escena que pretendió ser solemne, pero arrastrada por el temperamento de su actor principal. Donald Trump se convirtió en un sainete.

En la ocasión, los artificios verbales intentaron esconder la inmensa fragilidad de la tregua alcanzada en Gaza. El espectáculo que se anunció como la firma del “tratado de paz” entre Israel y la organización armada palestina Hamas no contó con la asistencia de  ninguna de las partes en conflicto.  Mala señal, apenas disimulada con una declaración de vagas intenciones firmada por el presidente de los EE.UU, el presidente de la República Árabe de Egipto y el emir de Qatar. La paz “histórica” de Trump fue suscripta por naciones que no solo no tienen ningún conflicto, sino que son aliadas.

El siguiente numerito del show ante las cámaras fue un extenso, disperso y pintoresco discurso del presidente americano, quien comenzó su alocución como acostumbra: con hiperbólicos autoelogios. Prosiguió esbozando el negocio de la reconstrucción de Gaza, financiada con petrodólares de los países del golfo y ejecutada por ubicuas firmas contratistas americanas.

Trump finalizó sus palabras tomando lista a viva voz de los mandatarios presentes, algunos de cuyos rostros, nombres y países le costaba discernir.

Hubo varias notas de color. Desde la presencia del presidente de la FIFA, Gianni Fantino, la adulación del primer ministro paquistaní (en conflicto con India) hacia Trump, el piropo de éste a la presidenta de Italia y la solitaria presencia latinoamericana representada en el presidente paraguayo Santiago Peña.

Pero dejemos atrás el mundo de la farándula y del entretenimiento globalizado para concentrarnos en un tema relevante que puede ser la llave para  que los palestinos accedan a los recursos económicos con los que logren, al fin, conseguir un estado soberano para su sacrificada nacionalidad.

Frente al litoral marítimo de la  Franja de Gaza mar adentro, a solo unos 30 kilómetros de la costa, bajo jurisdicción territorial de la autoridad nacional palestina, según acordaron israelíes y palestinos en Oslo en 1993, se encuentran los yacimientos submarinos de Gas Natural de Gaza Marine 1 y 2. Dentro del conjunto de grandes yacimientos de gas natural conocidos como la cuenca del levante y que comprende sitios de extracción en aguas territoriales egipcias (Zohr), chipriotas (Afrodita), israelíes (Leviatán y Tamar) y los ya mencionados sitios gazatíes, en su conjunto se calcula que en la cuenca del levante existen reservas de 3.452 millones de metros cúbicos de gas natural, así como según estimaciones del Servicio Geológico de los Estados Unidos, 1.700 millones de barriles de petróleo no descubierto.

Israel y Egipto son los países que más avanzaron en la explotación de los yacimientos gasíferos de aguas profundas (en la foto de portada, un barco israelí petrolero). El estado judío actualmente está revirtiendo su condición de importador de energía, cubriendo gran parte de sus necesidades de energéticas industriales  y de generación de electricidad gracias a la expansión de su industria gasífera.

 

Por su parte, Egipto posee una importante riqueza gasífera, que alimenta más del 70% de su generación eléctrica. El gobierno del Cairo también es pionero en los esfuerzos para lograr una acción mancomunada en la gestión de la riqueza energética de la región, promoviendo en 2019 el Foro Internacional del Gas del Mediterráneo Oriental, con la participación de Egipto, Israel, Italia, Grecia, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina.

La Unión Europea, interesada obtener fuentes alternativas al gas ruso, acordó con los países del foro el desarrollo del gaseoducto de Medio Oriente.

Con una longitud de 2.000 km el gaseoducto proporcionaría 11.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa. El proyecto, que parecía la más lógica salida para abastecer a Europa, ante la situación de confrontación con Rusia por el conflicto de Ucrania, no inició nunca por el veto de los EE.UU.

La administración Biden objetó el  gaseoducto de Medio Oriente arguyendo la volatilidad política regional y los conflictos armados de la zona. No está demás recordar que las sanciones de la UE a Rusia reducen al mínimo las importaciones de gas ruso a Europa, que se ve obligada a comprar gas y petróleo a precios más caros de los estadounidenses.

En este complejo contexto regional, en el año 2000 una subsidiaria de British Petroleum, British Gas, explorando el litoral bajo concesión de la Autoridad Nacional Palestina, descubrió los yacimientos gasíferos submarinos de Gaza Marine, 1 y 2, a 36 kilómetros de la costa ( 22 millas náuticas).

Se estima que albergan por lo menos 30 mil millones de metros cúbicos de gas natural, cantidad más que suficiente para solventar las necesidades energéticas palestinas e incluso con potenciales excedentes para exportar. Sin embargo el empeoramiento de las relaciones entre palestinos e israelíes, siendo estos últimos quienes de facto controlan las aguas donde se encuentran los yacimientos, impidieron la explotación de este importante recurso natural palestino. La escalada del conflicto desde octubre de 2023 motivó la cancelación tanto del inicio de la extracción en Gaza Marine 1 y 2 como del posible gaseoducto, perjudicando las perspectivas de una actividad económica con el potencial de sacar a gran parte de la población palestina de las precarias condiciones de vida en las que hoy sobreviven.

En Cisjordania, en la localidad de Meged, justo en la frontera con Israel, se descubrió petróleo. Se estima que en el subsuelo  existen reservas por unos 1.500 millones de barriles, con un valor potencial en el mercado de USD 99.000 millones de dólares.

El yacimiento petrolífero fue explotado entre los años 2011 y 2016, pero la drástica escalada del conflicto a raíz de la expansión de las colonias israelíes en el territorio hizo imposible continuar la producción.

La Autoridad Nacional Palestina estima que por lo menos el 80% del oro negro se encuentra bajo el subsuelo de soberanía palestina. Esta disputa petrolera se suma a la extensa lista de agravios entre las partes. No obstante, el criterio técnico predominante es que para aprovechar plenamente la riqueza petrolera del lugar se impone indefectiblemente la cooperación entre ambas partes.

En 2019, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) elaboró un informe titulado: “Los Costos económicos de la ocupación israelí para el pueblo palestino: El potencial no realizado de petróleo y gas natural”. Su autor, el profesor emérito de economía de la Universidad McMaster de Canada, profesor  Atif Kubursi,  afirma en dicho informe que: “Los recursos de petróleo y gas natural podrían generar cientos de miles de millones de dólares para el desarrollo de Palestina”, recursos hasta ahora no explotados por la ocupación militar y los ataques israelíes, pero claves para un futuro estado nacional palestino.

PD: la foto y la infografía fueron publicadas en la página de la Universidad de Navarra.

 

 

 

 

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Más vistos

Opinión

× Anunciá con nosotros