Del negocio de electricidad, tal vez el de los transformadores sea el que más recursos económicos mueve. Solo la última licitación de la ANDE, la mayor compradora, alcanza unos G. 103.682.185.370. Con casi todas las partes importadas, es muy poco el valor agregado que se le inyecta en el país a las máquinas. En este artículo, les compartimos partes de este universo técnico, electromecánico y económico.
En la fabricación (o el ensamble) de los artefactos de media y baja tensión (los transformadores más utilizados) las empresas Trafosur y Trafopar compiten palmo a palmo en el mercado en nuestro país, en media y baja tensión.
Pero los transformadores tienen muy diversas escalas. Desde que la energía se genera y se traslada, en altísima tensión, hasta las grandes subestaciones y de estas a las menores, pasa por proceso de transformación, de adaptación. Los que nosotros habitualmente vemos en los tendidos de nuestras cuadras, son de media tensión. La última adaptación para que esa energía sea funcional, que no estalle todo.
También los transformadores “revientan” y cuando lo hacen, generalmente, sale un líquido negro, aceitoso, caliente, que derrite todo alrededor. Es el aceite de la máquina. Y es cuando de nuevo hay que cambiar de transformador o su reparación lleva mucho tiempo.
Para esto, nos cuenta Luis Saguier, representante de Trafosur en el gremio de las empresas del sector eléctrico, se ensaya un transformador a seco. Ya no tiene ese aceite, y es fácil y más rápida su reparación, ideal para hospitales, centros comerciales, en general para lugares de urgencia o de concurrencia masiva.
Trafosur también ofrece sus servicios de cables recubiertos que protegen a estos transformadores del reviente. Son cables, dice Saguier, intermedios, entre el subterráneo y el aéreo común.
Pero Trafosur no los fabrica. Ni Trafopar. Los fabrica acá Inpaco, Industria Paraguaya del Cobre, otro gran jugador del mercado local de electricidad, con 49 años de experiencia en el sector.
Lo que hace la gente de Trafosur es el servicio de instalación.
Solo que para que un transformador esté completamente protegido, todo el circuito debe contar con esos cables protegidos. Y no lo están. Basta con que uno de los cables al descubierto sea zarandeado por los vientos y se asfixie entre las ramas de los árboles para que empiece a chispear y que, a su vez, este restallar transforme el humor del transformador. Y pum. Otro corte más en el barrio.
“En ese caso específico del tendido, cambiando los conductores desnudos por los protegidos, es casi como un subterráneo”, asegura Guanes.
La sustitución de cables comunes por los protegidos, al igual que las líneas de alta tensión y las subestaciones, forman parte de las grandes demandas de la ANDE, que al 2024 tenía, según el Instituto Paraguayo de Profesionales del Sector Eléctrico (IPPSE), un retraso en inversiones de USD 1.200 millones.
El propio director de la ANDE, Félix Sosa, ha asumido que por problemas en la transmisión y distribución, en Paraguay se pierde el 25 por ciento de la energía producida en las grandes hidroeléctricas.
La tercerización de la cuadrilla
La tercerización en la instalación y la reparación de los trasformadores ha sido puesta en muchos momentos como una de las razones de la inestabilidad permanente. Por el posible bajo control de materiales y capacidad improvisada.
¿El mercado necesita que los transformadores exploten?
Guanes se apura en aclarar que en el sector es permanente la capacitación. Y que siempre la inventiva y la profesionalización forman parte de su proceso de desarrollo comercial.
Los transformadores de distribución entonces son los más comunes. Los de media tensión.
Algunos edificios, centros comerciales y barrios cerrados tienen sus propios transformadores. Así contratan una cantidad de energía a la ANDE y la distribuye de vuelta.
Son transformadores como los que antiguamente poblaban los barrios de las pequeñas subestaciones de la ANDE.
Compran la energía más barata y la convierten en energía de uso común. Esto lo hacen más los edificios, condominios o consorcios, frigoríficos y fábricas.
En el caso de los transformadores de media y baja tensión, el rebobinado y algunas partes se fabrican acá.
Pero un gran mercado, con otros números, se juega en las propias hidroeléctricas y las subestaciones. Ahí entran a jugar cartas de más alto valor empresas como Rieder-Siemens, que cuenta con contratos con Itaipú, Yacyretá y subestaciones.
Estos transformadores ya no sufren acá ninguna inyección de insumo producido en el país. Por el peso y el volumen vienen por partes los cubos, los accesorios y los gabinetes de control. Acá se los ensambla.
Aparte de Siemens, en el mercado intervienen, en este otro nivel, el grande grande, otras marcas como Weg y Toshiba.
“En una subestación, por ejemplo, necesitás uno o dos transformadores, dependiendo de si es un monofásico o trifásico”, nos comenta el ingeniero eléctrico Luis Herrero.
Las subestaciones son esas grandes administradoras de la energía que vienen de las hidroeléctricas. Como la de Villa Hayes o la recientemente inaugurada en Valenzuela, Cordillera.
Cuánta más potencia se traslada, más capacidad luego de almacenar y distribuir. Así son de 500 kV o 220 kV, los más comunes en Paraguay.
Las criptomineras
Además de las cementeras, los frigoríficos, las industrias, una gran consumidora de transformadores -además de la ANDE, por supuesto- es la criptominería. De media y alta tensión. Solo las de media utilizan la energía que consumen aproximadamente diez cuadras barriales, nos ha dicho el ingeniero Hugo Rolón, gerente comercial de la ANDE. Las de alta tensión, casi un parque industrial, agrega el arquitecto Guanes.
La ANDE tiene contratos de alta tensión con 60 establecimientos. Pero hay unos 100 ilegales. Compran del mercado un transformador y lo colocan en algún lugar aislado, sin permiso de la ANDE. Así, muchas veces, provocan gran inestabilidad en el servicio, con apagones y pestañeos.
Las criptomineras tienen un tiempo de defunción. Sus contratos con la ANDE van hasta el 31 de diciembre del 2027.
Las grandes, muy grandes, como Penguin Group, tienen su propia subestación.
Pero ojo con esto, suelta Saguier. Quedarán las instalaciones, los tendidos, en algunos casos, en zonas aisladas. “Bien que en esos lugares se pueden plantear, aprovechando la ocasión, parques industriales, o barrios cerrados o centros de datos de uso intensivo y mayor desarrollo tecnológico”, avizora.
En fin, con dos grandes hidroeléctricas y una mediana como Acaray, con tendidos de alta tensión, con subestaciones y tendidos de media tensión, hasta nuestras casas, oficinas, comercios, hospitales, industrias, aparece la figura del transformador eléctrico. Participa en todo el proceso de generación, transmisión y distribución de la energía, nos cuenta el electricista Victoriano Venegas. Hasta la máxima reducción y adaptación en productos electrónicos. Por ejemplo, del voltaje común utilizado, el 220, un cargador de celular necesita bajar la tensión a 5.
Y así es que de repente nos encontramos con ofertas, como las de la página de Fonoluz de un pequeñísimo transformador a G. 96.000, luego de recorrer ofertas de fábricas chinas de media y baja tensión de USD 3.000 a 8.000.
O de una distribuidora acá, Gotze Ingeniería, que oferta transformadores Romagnole, de 200 y 400, a USD 5248 y 8966 dólares respectivamente.
La industria local
En la nueva compra de transformadores, la ANDE invertirá unos G. 103.682.185.370, alrededor de USD 14 millones. Está abierta la licitación y se la puede encontrar en el portal de la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas.
Las licitaciones en este rubro son periódicas, y si la del 2020 fue presentada como histórica, con la compra de 7200 de transformadores trifásicos de distribución de 100 kVA, por un valor de G. 85.680.000.000, la actual pues le ha superado en un 20 por ciento. Aquella vez la licitación se la repartieron Transformadores Paraguayos S. A (Trafopar), Trafosur y el Consorcio Arapoty.
Gran parte de ese dinero, al igual que en los combustibles y otros productos importados, se va afuera. El año pasado nuestro país tuvo un déficit en su balanza comercial por encima de unos USD 450 millones
En la producción de partes de los transformadores, “creo que la industria electromecánica y metal mecánica debería intervenir más en Paraguay”, arriesga el ingeniero, docente investigador de energía, Victorio Oxilia.
Así también piensa el asesor económico de la Unión Industrial Paraguaya Julio Fernández.
Cree Fernández que hay grandes posibilidades si las industrias de transformadores invierten en mayor tecnología; “y más aún si las industrias de acero hoy también lo hacen, para apuntar al acero eléctrico; algo que no se produce en la región (al menos no en grandes cantidades al parecer) y es muy útil para diversas industrias. Se podría apuntar al mercado regional, Brasil, Argentina, etc.”, recomienda.