El crecimiento exponencial de las inteligencias artificiales ha echado por tierra los pronósticos más conservadores sobre posibles colapsos energéticos. El gigantesco uso de energía eléctrica en los centros de datos pone en peligro todos los programas de mitigación medioambientales, recrea antiguas formas de energía, incluso a carbón, y acelera fuentes de generación como la nuclear.
Ya en el mundo se estaba echando ojos al uso intensivo de la energía eléctrica en los centros de datos. Pero los pronósticos más prudentes establecían (entre ellos los de Wells Fargo) hasta un aumento del 20% en Estados Unidos para el 2030, donde se ubican los más grandes centros de datos en Occidente.
En relación con las inteligencias artificiales generativas, la aparición de las empresas chinas como grandes jugadores en el mercado global aceleró de un plumazo todos los planes de creación o lanzamiento de nuevas y nuevas inteligencias artificiales generativas.
Estas, en especial, son devoradoras de energía eléctrica. Tanto en sus tiempos de ensayo o entrenamiento y cuando se las ponen a disposición de la gente.
Una sesión de ChatGPT 3 requiere 1.300 megawatts hora de consumo energético de parte de un centro de datos (data center), “que es el equivalente a la energía de una planta nuclear”, ha advertido el científico japonés Yuji Maeda en su charla realizada en el Congreso Futuro, organizado por el Senado de Chile.
Efectivamente, una consulta con esta IA (la más estudiada hasta el momento) usa diez veces más energía eléctrica que los motores de búsqueda de Google.
Quien rápidamente se hizo eco del crecimiento exponencial de la IA ha sido el controvertido Elon Musk.
El dueño de Tesla, X, Space X, estima que su demanda energética se multiplica por diez cada seis meses.
“Nunca he visto una tecnología avanzar más rápido que esto”, comentó advirtiendo que el avance de la IA y los VE (vehículos eléctricos) podría resultar en recortes en el suministro de electricidad y transformadores en el corto plazo.
La propia IA de Google explica así la historia:
“La inteligencia artificial (IA) consume mucha energía, especialmente para entrenar modelos. Esto se debe a que los modelos de IA necesitan procesar enormes cantidades de información. El consumo de energía de la IA tiene un impacto significativo en el medio ambiente”
Un artículo del periodista especializado del New York Times, David Guelles, entre tantos datos, se hacía eco de uno, el de Goldman Sachs. Esta organización había predicho que los centros de datos representarían el 8 por ciento del consumo energético de Estados Unidos en 2030, frente al 3 por ciento actual.
En fin, datos como estos abundan, pero con estudios elaborados hasta 2024, cuando las corporaciones norteamericanas manejaban el mercado y los tiempos de aparición de nuevos productos.
“La demanda energética de la IA no hace más que aumentar. Microsoft y OpenAI planean construir un centro de datos de 100.000 millones de dólares, según reportes. Los informes iniciales sugieren que este podría requerir cinco gigavatios de energía, o aproximadamente el equivalente a cinco reactores nucleares”, señalaba el articulista.
Estos pronósticos fueron anteriores al anuncio del presidente Donald Trump (frente a los grandes exponentes del conglomerado tecnológico) de que el gobierno, junto con estas empresas, pensaba invertir al menos USD 500.0000 millones para un “centro de datos colosal”.
Y también antes de que explotara la información de que en China habían producido una IA -y otras- con con las mismas o mejores capacidades que ChatGPT, a un costo cien veces menor.
En Paraguay
Como vemos, los centros de entrenamiento y procesamiento de datos de la Inteligencia Artificial usan intensivamente la energía. Algo parecido ocurre en el país con las granjas criptomineras. Según estimaciones, en nuestro país utilizan hasta un 25% de toda la energía consumida en el territorio. A esta razón se la ubica entre las principales por las cuales el año pasado el aumento del consumo haya disparado a un 18%, muy distante de los pronósticos que hablaban de un crecimiento en el consumo de un 5% (según el Plan Maestro de la ANDE) a 8%.
Por las dos vías
Si en los centros de datos de la IA utilizan energía tanto para el procesamiento como para el enfriamiento de las máquinas, en las granjas criptomineras pasa algo idéntico.
Con transformadores de media y alta tensión, con potentes computadoras, consumen muchísima energía en la resolución de algoritmos, en la búsqueda de las monedas virtuales, como en el enfriamiento de las máquinas.
Jimmy Kim, de la Cámara Paraguaya de Activos Digitales (Capamad) calcula que el 70 por ciento del costo de producción de las criptomonedas significa el uso de la electricidad.
En estados Unidos (no disponemos datos de China) las IA están presionando hacia el mantenimiento de viajes usinas a carbón, nuevos gasoductos y hasta planes de generación eléctrica con reactores nucleares.
El avance irrefrenable de las inteligencias artificiales pone en peligro todos los programas de reducción de gases contaminantes en el ambiente, razones de muchos problemas y del denominado calentamiento global.
En cuanto a Paraguay las estimaciones sobre un posible colapso energético deben actualizarse. Así como nadie pronosticó un aumento en el consumo del 18 por ciento en el 2024, tampoco por la cabeza de nadie se cruzó la posibilidad de que para el mismo año se llegaría a usar el 30.8 por ciento (el promedio anterior oscilaba de 17 a 20) de toda la energía producida por Itaipú y casi la totalidad de lo que le corresponde en Yacyretá.
Tanto que el ministro de Industria y Comercio Javier Giménez ya anuncia que en breve dejará Paraguay de ceder su energía a Brasil (o venderla) y podría pasar rápidamente de exportador a importador.