El arquitecto urbanista Carlos Zárate (*) entiende que Asunción necesita un gobierno que crea en la gente y que haga las cosas pensando en los ciudadanos y no solo en favorecer a un “minúsculo grupo” de propietarios y especuladores inmobiliarios. Y asume que la ciudad capital sigue siendo, aun con la desidia, una urbe vital.
El pasado 15 de agosto, Asunción cumplió 488 de fundación como fuerte, primeramente, español, y luego centro del primer mestizaje de la colonia. En el tiempo, se la ha denominado madre de ciudades porque de acá, el ejército español, con los hijos de las guaraníes, iba a fundar otros fuertes, convertidos en el tiempo, al igual que Asunción, en ciudades.
En la actualidad, a 488 años, Asunción sigue siendo, en horario laboral, “una ciudad muy vital y activa. Desordenada, pero vital”, arranca la entrevista con El Prisma, Carlos Zárate.
A su criterio, eso demuestra, primeramente, que Asunción es un polo laboral de primerísimo orden. Y un polo de diversidad y ebullición cultural.
He aquí que –sostiene- la infraestructura pública no acompaña esta voluntad y hasta puede decirse que la disuade.
“Pero es tal la presión generada por dos millones de personas transitándola en una superficie tan reducida, que la desidia no es suficiente aun para desacelerarla”, dictamina.
Y ahí, su contraste: la noche. Durante la noche es una ciudad apagada, “que padece duramente el desengaño de la ficción de ser una ciudad que tiene no solo una cuarta parte de la población que se ve a la luz del día, sino además que ve cómo hasta esta población va apagándose, a razón de cinco mil habitantes menos, que la abandonan por año, en promedio”.
En tal escenario, “es una ciudad hostil, triste, oscura, con pequeñas islas dinámicas hacia el este y no mucho más. Y en este contexto nocturno sí se puede notar cómo la pobreza de infraestructura pública profundiza aún más el aspecto de abandono”.
El Prisma:-Estimado Carlos, en especial, cómo sentís el centro y por qué creés que se da ese deterioro tan evidente.
La ciudad tiene pocos habitantes, no da para sostener tantos polos de ocio en simultáneo. Los dueños de la mayor parte del centro histórico son pocos y tienen también sus negocios en la otra punta de la ciudad, donde existen menos restricciones y están más cerca de potenciales clientes de ciudades vecinas. Saben que la clientela fija de Asunción es limitada y en proceso permanente de reducción, no van a invertir en revitalizar actividades en el centro porque implicaría restarse consumidores en el otro sector. Y las autoridades municipales operan para favorecer y proteger las actividades de ese minúsculo grupo privilegiado del sector privado, cuando debieran estar protegiendo los intereses de todos sus ciudadanos.
-Qué prioridades creés se deben asumir desde la perspectiva de ciudad capital y su centro histórico
Hace décadas que los asuncenos dejaron de ser prioridad para el gobierno municipal. Si hay algo notoriamente diferente entre la Asunción del 2025 y la de 1925, es eso. Con menos recursos humanos (aproximadamente 400 funcionarios en aquellos tiempos), menos recursos económicos (no existía el sistema de bonos ni líneas de crédito internacionales), menos tecnología, la Asunción de hace cien años era mucho más pujante porque había una voluntad pública y política de generar condiciones para el bienestar ciudadano, las acciones y obras municipales más importantes giraban en torno a eso. Cuando algo de esa voluntad se recupere, la ciudad va a dejar de perder habitantes.
-Asunción decrece, más notoriamente, con muchas casas abandonadas, su centro. Este fenómeno lo adjudican principalmente a la especulación inmobiliaria. Cómo enfrentan en otras ciudades estos fenómenos.
Los efectos nocivos de la especulación inmobiliaria se combaten con regulaciones, como se hace con cualquier otra actividad lucrativa. Somos una de las pocas capitales que no ha regulado esta actividad, lo cual parece bastante insensato teniendo a la vista los efectos y contando con decenas de casos exitosos en todo el mundo que pueden servir de modelo y pauta de qué hacer en estos casos.
(*) Carlos Zárate es docente investigador de la Universidad Nacional de Asunción.