Santiago Peña, el Papa, la comunidad judía y la deuda externa

¿Qué hay más allá de la condecoración de la comunidad judía estadounidense al presidente Santiago Peña y su ausencia en el Vaticano?

 

Por Julio Benegas Vidallet

Luego de que el gobierno de Donald Trump tratara como un espectáculo las deportaciones de migrantes, calificándoles, previamente, de criminales, arremetió unilateralmente con la suba del arancel a todas las importaciones a Estados Unidos.

Las imágenes de la gente deportada con esposas y sin derecho a ninguna defensa legal provocó una reacción de sentido común de varios gobiernos latinoamericanos. Entre estos se destacaron las voces de Claudia Sheimbaum, Inácio Lula Da Silva y de Gustavo Petro.

Fue entonces que los gobiernos de América Latina y el Caribe llamaron a una urgente reunión de la CELAC para definir una posición más o menos común frente a todas las movidas unilaterales del gobierno norteamericano.

¿Quiénes se ausentaron?

El presidente de Paraguay Santiago Peña y el presidente argentino Javier Milei.

Se juntaron en Asunción, donde hablaron, como dos economistas, sobre “teorías económicas”, al decir de Peña.

Ahora que las noticias, entre el morbo, la sincera manifestación de duelo y las especulaciones en torno del próximo Papa, se concentran en la muerte de Francisco y los ritos del Vaticano, ¿qué hace el presidente paraguayo?

Se va a recibir un reconocimiento de la comunidad judía en Estados Unidos.

El Papa ha condenado en dos o tres oportunidades el genocidio en Gaza, un territorio de Palestina que quedó devastado, con unos 40 mil muertos, por el Estado de Israel.

En esos contextos, Santiago sale con la foto de un kipá, el gorrito de los judíos ortodoxos.

Aunque muy en soledad ahora, el gobierno de Santiago Peña sigue al pie de la carnal alianza del Estado paraguayo con las políticas norteamericanas.

Recordemos que con voto de Paraguay se había instalado el Estado de Israel en Palestina (1948) y con voto de Paraguay se había sacado a Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA). Y también, recordemos, que Paraguay sigue sin tener relaciones diplomáticas con China.

Y en absoluta soledad, durante el gobierno de Horacio Cartes, el gobierno de nuestro país había plantado su embajada en Jerusalén, territorio disputado como tierra santa tanto por los cristianos, judíos y musulmanes. Luego, durante el gobierno de Mario A. Benitez, se la volvió a ubicar en Telavit.

¿Por qué mantener esta alianza de manera tan pero tan carnal en un tiempo en el que las políticas norteamericanas están en discusión en todas partes del mundo?

¿Por qué hacerlo en un tiempo en el que incluso las cadenas internacionales como la BBC debieron formular la palabra genocidio –o permitir que se lo haga- para abordar lo que está ocurriendo en Gaza?

El vocero de la presidencia, Guillermo Grance, ha informado que, además de recibir un premio que le otorga el Comité Judío Americano, “Peña participará en Estados Unidos de importantes reuniones con representantes de varios bancos”.

Este último anuncio puede darnos una pista más. Una muy importante.

A partir del golpe parlamentario del 22 de junio de 2012, Paraguay ingresó en un período de endeudamiento con los bancos de Nueva York, a través de los denominados bonos soberanos.

En la actualidad, la deuda externa paraguaya ha sobrepasado los USD 14.000 millones.

Hasta donde se puede apreciar, el Presupuesto General de Gastos de La Nación no prevé una fuente de financiamiento de estas deudas. Es más, para este año lo que se prevé es un nuevo endeudamiento de unos USD 700 millones.

Y acá, pues, hay gato encerrado.

Si el Estado Paraguayo no prevé una fuente de pago del capital de las deudas contraídas, ¿por qué le siguen otorgando préstamos?

¿Cuándo le piensan cobrar?

Hay acá algo que, en definitiva, no cuadra.

O cuadra demasiado y el gato, pobre gato.

La absoluta adscripción a las políticas norteamericanas, que incluye el respaldo incondicional al Estado de Israel, esta vuelta puede venir envuelta de una oscura negociación en voz muy baja, secretísima, de este tema.

En nuestro país no hay ninguna discusión profunda sobre el sistema tributario. No hay impuestos a la renta financiera, no hay canon al uso industrial del agua, ni pagos por exportación en bruto de la soja o de la carne.

¿De dónde se sacarán los dineros para pagar las deudas?

Es sabido que este gobierno, con absoluta mayoría parlamentaria, está lejos de plantearse impuestos directos. Entonces, claro está, la cuestión es seguir endeudando al país. Pero ¿por qué le permiten hacerlo sin declarar fuentes de financiamiento que garanticen el retorno?

¿Cuáles son las condiciones?

Y ahí está de nuevo el gato encerrado. Pobre gato.

Liberemos al gato.

 

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