Paraguay: Adicto al gasoíl y al vehículo personal

En Paraguay existe un automóvil (coche y moto) por cada dos personas. Si tomamos solo a la población mayor de 18 ese número resulta mucho más. Con una amenaza de paro para este 21 de julio, el transporte público, en la zona metropolitana, solo traslada al 8 por ciento, algo así como a doscientas mil de las 2.400.000 que habitan esta región del país. Cada vez la gente se aferra a su automóvil individual. 

En horas pico, en los semáforos de avenidas importantes, como miembros de un ejército altamente disciplinado, aparecen las personas en motos como salidas de todas partes. Atrás, como una larga plancha metálica multicolor los coches. Y entre estos, algunos colectivos. Ese es el paisaje común de las ciudades metropolitanas.

Muy poca gente utiliza bicicleta o camina. La bicicleta “luego es una militancia política” más que un medio de transporte, sostiene el biólogo Raúl Rivarola.

La proyección en Paraguay de la estadística se ha vuelto un tremendo problema. Es que según el censo del 2022, en Paraguay habitamos unas 6. 100.000 personas, pero según la proyección al 2023 de la misma entidad que hizo el censo, pues ya somos más de 7.500.000.

En el Paraguay, el parque automotor registrado al 31 de marzo de 2024 ya ascendía  a 3.007.435 vehículos matriculados, según la Dirección Nacional del Registro de Automotores (DRA). De todos estos, en coches había 1.822.345 (60.59%) y m

En Asunción los números adquieren un vuelo particular: con 506.685 registros, hay más vehículos que personas.

“Con la moto llegás rápido a todas partes”, esgrime Osmar Vega, 47 años, del barrio San Roque, Capiatá, departamento Central. Con su moto ha pasado de ser cobrador de Claro, Tigo y de préstamos ahora a hacer Bolt moto.

“Sí, lamentablemente nos vamos volviendo tan dependientes”, esgrime por su parte Rodrigo Franco que, sin darse cuenta, de un tiempo a esta parte, además de usar la moto para ir al trabajo, también lo hace para ir a la canchita del barrio, a dos cuadras y media de su casa. Pero la cancha de su barrio no solo se inunda de motos los martes, jueves y sábados. También de autos.

“Es que en el auto tenés todo, tenés música y tenés otras posibilidades…”, esgrime, por su parte, David Villamayor, pintor de obras, quien vive a siete cuadras de la misma canchita.

En ese paisaje de autos y motos, suele interrumpir, con una frecuencia de 30 minutos, la línea 12. Amarilla, herméticamente cerrada.

En Asunción y el área metropolitana circulan 1.534 unidades pertenecientes a 86 empresas, según datos del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. 

Para mantener esta flota de buses y automóviles, de Paraguay salen al año unos USD 2.200 millones para la compra de gasoíl y nafta. 

“Si tuviera un transporte público de calidad, por supuesto que voy a dejar de andar todo el día en mi auto”, afirma enfáticamente Nelly Miranda, agente de comercio internacional. Con dos hijos menores, ella siente que se ha atado a su auto, para llevar al cole a los muchachos, para ir al trabajo, para ir al súper.

“Para todo”.

Ella vive en Barrio Obrero, Asunción, la ciudad más sitiada por los autos. “En esta ciudad no te debe sorprender que en una fiesta de exas (ex alumnos de colegio), cada quien aparezca en su propio vehículo”, sostiene, como sorprendido de una revelación, Diego Silvera. Él mismo se asume en ese grupo de gente que todo lo hace con vehículo personal.

Es un domingo de sol nítido del 13 de julio. Fresco a la mañana, cálido al mediodía. Un colectivo le lleva de Sajonia a un grupo de niños a la final del campeonato de la Asociación Paraguaya de Escuelas de Fútbol. Los partidos finales se juegan ese día, en el complejo Osvaldo Domínguez Dibb, Villeta. A nadie parece ya asombrarle que en el patio, a la vera los camineros, al lado mismo de las canchas y aún en un largo recorrido de la ruta Guarambaré-Villeta el paisaje de árboles y pradera se confunda, completamente, con la chapería de los autos.

En ese paisaje, el señor que vende súper pancho le pide permiso a un cliente que lo está esperando a pie para atender a una señora que le pide el producto desde el auto, desde la ventana del auto, sin bajarse.

La tendencia es hacer todo desde el auto o que te traigan todo por delivery, asume, por su parte, Richard Gómez, que ese mismo domingo, en una casa del centro de la ciudad, le pide a su delivery amigo que le traiga, desde tres cuadras, unas tres ñoños para seguir la fiesta.

El gasoíl

Salvo los 30 buses eléctricos de Ciudad del Este, cuya administración ahora está intervenida, todo el sistema de transporte, de pasajeros y de cargas, ha quedado completamente atrapado por el combustible fósil: gasoíl y nafta. Su distribución también arroja números alarmantes: más de 2.700 estaciones de servicio, un número muy superior a la media de América Latina. Muy superior.

Es así que sin trenes, sin más buses eléctricos, sin tranvías, sin metrobuses y otras alternativas tan necesarias, al decir del arquitecto urbanista Carlos Zárate, Paraguay, por de pronto, sigue movilizado a combustible fósil, en vehículos “personales”.

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