La campaña de “Consumo Inteligente” lanzada por la ANDE a principio de este mes se presenta como una solución a los crecientes problemas de abastecimiento de energía eléctrica en Paraguay. A través de esta iniciativa, la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) busca fomentar una gestión más racional de la demanda, invitando a los usuarios a modificar sus patrones de consumo según horarios diferenciados. Sin embargo, más allá de la buena intención de la campaña, surgen dudas sobre su efectividad y viabilidad, especialmente en un contexto de altas temperaturas y hábitos de consumo difíciles de alterar.
El programa propone que los usuarios con un consumo de hasta 150 kW ajusten su uso de electricidad entre octubre y marzo, limitando el uso de equipos eléctricos durante los horarios de mayor demanda (12:00 a 16:00 y 18:00 a 22:00). Además, en el período de abril a septiembre, la franja de consumo diferenciado en horario punta se reduce a 18:00 – 22:00, con la esperanza de reducir la carga en las horas de mayor consumo.
Sin embargo, la complejidad de la propuesta podría confundir a los consumidores, quienes se enfrentan a la tarea de organizar su vida diaria en función de estos nuevos horarios, sin contar con una comunicación efectiva que explique los beneficios concretos de adherir a esta modalidad.
En un país donde las temperaturas en verano superan los 40 grados, la propuesta de reducir el consumo de energía durante las horas más calurosas plantea un desafío mayúsculo. La alta demanda de electricidad en Asunción y sus alrededores, exacerbada por la saturación vehicular y el calor del asfalto, hace casi imposible limitar su uso en horas críticas del día.
Esta es una problemática difícil de resolver, ya que la población depende de los acondicionadores de aire para soportar las altas temperaturas y mantener condiciones mínimas de confort. Así, la idea de modificar el consumo durante las horas más calurosas, que suelen coincidir con el horario laboral y las actividades familiares, podría generar incomodidad y resistencia, haciendo que la propuesta sea difícil de implementar de manera generalizada.
Además, la campaña de “Consumo Inteligente” se ha lanzado en una época particularmente complicada: a las puertas del verano y de las festividades de fin de año, momentos en los cuales el consumo de energía alcanza niveles elevados debido a las decoraciones navideñas, la iluminación festiva y las reuniones familiares. Estos son periodos en los que las expectativas de confort son altas y, en muchos casos, la población se encuentra poco dispuesta a ajustar su consumo energético en nombre del ahorro económico.
Un factor crítico que la ANDE parece pasar por alto es el impacto de sectores como la criptominería.
Según estudios recientes, Paraguay alberga a 72 empresas dedicadas a esta actividad, que consumen una significativa cantidad de energía, lo que agrava la situación del abastecimiento. Estas empresas legales, atraídas por la electricidad barata y las condiciones fiscales favorables, representan una demanda de 391 MW, una cifra considerablemente superior al consumo de cientos de miles de hogares. Sin embargo, además hay innumerables conexiones ilegales que realizan minería de criptoactivos y afectan gravemente a la calidad del suministro.
La ANDE propone un plan de ahorro optativo a los pequeños y medianos usuarios, lo que significa un sacrificio para la población. Sin embargo, solo se ven atisbos de una política destinada a controlar el gran consumo ilegal y sus efectos en la distribución justa de nuestra principal riqueza. Pero sobre todo falta apostar a que el uso de la energía sea parte de un programa de desarrollo que traiga inversiones que generen empleos de calidad.
Sin duda, la campaña “Consumo Inteligente” es un desafío para la ANDE que experimentará el comportamiento de los usuarios y su decisión de adherirse a la propuesta voluntariamente. La pregunta que nos hacemos, hoy es una campaña voluntaria, ¿pero mañana será obligatoria?