¿Lo hará? Llegaron cuatro aviones de los seis que compró el estado paraguayo por USD 105.000.000 de la empresa Embraer, Brasil. Son aviones Súper Tucano, capacitados para interceptar aeronaves no autorizadas. ¿Pero sin ley de derribo, cómo la hará? Para el experto en crimen organizado Juan Martens esto puede formar parte tan solo “de la narrativa fantástica” del gobierno de Santiago Peña.
Luego de 46 años, Paraguay dispone de un nuevo stock de aviones. Los Xavantes, aquellos que eran utilizados principalmente para exhibición, y que fueron dados de baja ya en el 2004, serán sustituidos oficialmente por estos Súper Tucano.
Los Súper Tucano son aeronaves de combate ligero. Con estos aparatos se pueden realizar vigilancia y control del espacio aéreo. También sirven de apoyo aéreo para operaciones terrestres y entrenamiento de pilotos.
Y acá el dato aparentemente más importante: tienen capacidad para interceptar aeronaves no autorizadas.
Según el comunicado de la Presidencia de la República, la incorporación de estos aviones no solo refuerza la capacidad operativa de la Fuerza Aérea, sino que también mejora la respuesta ante amenazas y desafíos en materia de seguridad.
“Este avance es crucial para enfrentar las amenazas del crimen organizado transnacional y sus delitos conexos”, estableció.
Y sostiene que, con esto, el gobierno reafirma su compromiso “con la defensa y la seguridad, priorizando la protección del espacio aéreo nacional”.
Los aviones ya están en la Brigada Aérea de la Fuerza Aérea Paraguaya, ubicada en la ciudad de Luque.
Pero estos aviones entrarán en operación recién en tres meses, a la espera de que los ocho pilotos culminen su capacitación. Y el radar sigue en reparación en Israel.
La Ley 6980/2022 “De vigilancia y protección del espacio aéreo”, contempla la detección, intercepción e identificación visual de aeronaves, así como advertencias y disparos disuasorios.
Narcotráfico
Sin ser productor de la hoja de coca, Paraguay actualmente es el “mayor exportador” de cocaína a Europa. En el 2004 se incautaron de los puertos alrededor de 400 toneladas de la droga made in Paraguay. Este producto se trae de otros países en avionetas. Se los trae en pasta base (se la cocina acá) o directamente refinado. Los residuos de la pasta base se convierten en crack y estos se distribuyen mayoritariamente en barrios de Paraguay. La cocaína refinada se empaqueta y se mete en barcazas con banderas paraguayas que terminan en puertos europeos.
El jefe de la Fuerza Aérea Julio Fullaondo sostiene que la gente que vuela estos aviones ilícitos sabe la capacidad del país donde ellos están circulando. Y que, por lo tanto, una vez que empiecen a funcionar estos radares, conjuntamente con las aeronaves, “va a cambiar la situación, con la aplicación del protocolo conforme a lo que establece la ley”.
La ley no establece el derribo, ubicando a Paraguay como uno de los poquísimos estados sin posibilidad de asumir esta decisión en violación de su soberanía territorial. Los parlamentarios, en su mayoría, habían rechazado una ley de derribo justificando que en Paraguay “no hay pena de muerte”, recuerda el doctor Juan Martens, especializado en crimen organizado.
Martens cuestiona los dos aspectos esgrimidos por el jefe de la Fuerza Aérea. Según Martens, la cantidad de aviones no cubre todo el país y que la falta de una ley de derribo puede volver a estos aviones “inoperantes”.
¿Qué harán los pilotos. Van acompañarlos hasta un lugar. Cómo, cómo lo harán?, se pregunta.
Para Martens esto no es más que una propaganda. “El gobierno es hábil haciendo narrativas fantásticas. Lo mismo pasa con Hambre 0 y otros proyectos. La narrativa es fantástica, en el resultado concreto no se siente”.