Tres razones de fondo por las que el centro histórico de Asunción está en ruinas

El espacio fundacional de la República, con un valor histórico, político y cultural incomparables, está degradado y abandonado. Los sucesivos gobiernos nacionales y municipales no han podido brindarle soluciones efectivas hasta hoy.

Por Arístides Ortiz

El territorio del Centro Histórico de Asunción (CHA) tiene una extensión de 1.073 hectáreas de superficie. Dentro de esta área se encuentra el corazón del centro de la ciudad, al que se agregan el Puerto, la Bahía del río Paraguay, el barrio Chacarita, los humedales y la reserva ecológica del Banco San Miguel.

El Área de Núcleo del CHA tiene los siguientes límites: al Norte la ribera del río Paraguay y la Bahía de Asunción; al Este el Parque Caballero y las calles Artigas y Brasil; al Sur las calles Fulgencio R. Moreno y Humaitá, y al Oeste la calle Don Bosco y su proyección hasta la Bahía de Asunción.

En este núcleo se concentra el 52% del patrimonio cultural de la República, entre los que cabe destacar el Museo Casa de la Independencia, el Ferrocarril Central y el Cabildo Viejo.

El CHA cuenta con los mejores servicios de infraestructura (sistema cloacal, sanitario, financiero, edilicio, transporte público) del país. En este núcleo están las sedes de los poderes Legislativo y Ejecutivo, así como otras altas instituciones del Estado; alberga los símbolos patrios más significativos como el Panteón de los Héroes y el Palacio de los López. El CHA es además el principal espacio de las protestas sociales de la ciudadanía, de las celebraciones de sus éxitos y de sus acontecimientos históricos.

Pese a todo esto, sus calles, sus veredas, sus edificios, sus viejas casonas y sus plazas están en completo abandono y deterioro.

La desastrosa cuadra sobre Oliva, entre Hernandarias y Colón, al costado de la excervercería paraguaya. Foto de Juanjo Ivaldi.

 

Son varias las causas por las que el CHA está en ruinas. Aquí te contamos tres de esas causas de fondo:

  1. Las limitaciones e ineficiencias institucionales de la municipalidad

Las caminatas por los 80 kilómetros de veredas de las más de 200 manzanas que componen el CHA son una verdadera tortura para el peatón: aceras con baldosas levantadas, con charcos de agua sucia, obstaculizadas por vehículos, vendedores y basuras. Los pasos cebras peatonales de las calles están despintados y los automovilistas no respetan el paso de los transeúntes. Son 500 los cruces peatonales que deberían surcar las más de 200 manzanas del centro, pero la mayoría son inutilizables.

La Ordenanza Municipal 217/12Que reglamenta la construcción y uso de veredas inclusivas, establece multas que van desde 600.000  hasta 1.300.000 guaraníes para los propietarios de inmuebles que no mantienen en buen estado sus veredas. Pero este aspecto de la ley municipal es letra muerta, razón por la cual los propietarios no reparan ni cuidan sus veredas. Otras multas también se establecen para los automovilistas y unidades del transporte público que no respeten los cruces peatonales. Tampoco se aplican. El control de la municipalidad a través de sus funcionarios para evitar estas violaciones al espacio público es casi nulo.

Muchos de los edificios y casonas antiguos que se caen a pedazos en el CHA están catalogados como patrimonios culturales o monumentos arquitectónicos y son propiedades privadas. La reciente Ley 5.621De protección del Patrimonio cultural, establece en varios de sus artículos sanciones económicas y penales, y hasta expropiaciones, para los propietarios de inmuebles catalogados como patrimonio que los abandonan al deterioro.

La casi nula presencia de funcionarios municipales que controlen el estado de los edificios y casonas patrimoniales, la carencia de recursos económicos de la municipalidad para asumir las obras de refacción o salvación de los patrimonios ante la inacción del propietario, y la imposibilidad de litigar judicialmente con los propietarios, convierten, hasta hoy, en inútil a esta ley.

La vereda sobre la calle Estrella, entre Giussepe Garibaldi y Colón. Foto de Juanjo Ivaldi.

 

  1. La falta de planes y políticas urbanas

Una de las causas de fondo del abandono y deterioro del CHA es que la ciudad de Asunción tiene un Plan de Ordenamiento Territorial, el denominado “Plan Regulador”, que perdió su naturaleza de ordenador territorial a causa de las incontables modificaciones que sufrió, motivados por los intereses inmobiliarios y los intereses políticos pecuniarios de los sucesivos concejales e intendentes. Y lo que no tiene es el Plan de Desarrollo Sustentable, establecido por la Ley 3.966 Orgánica Municipal para los 254 municipios del país.

Al no cumplir el Plan su función, el crecimiento y los cambios en la ciudad se dan en forma desordenada. En este crecimiento desordenado influyen mucho los desarrolladores inmobiliarios privados con sus intereses de mercado y sus contactos políticos.

Una muestra de cómo los intereses inmobiliarios privados desarrollan “de hecho” las políticas urbanas en Asunción son las 220 ordenanzas que, hasta hoy, han modificado la Ordenanza 43/94, denominada Plan Regulador de Asunción. La mayoría de estas modificaciones al plan definieron zonas de edificación y ampliación de la ciudad de acuerdo a los intereses de los empresarios inmobiliarios sin una política urbana del Estado.

Así, tenemos los casos de zonas desarrollas urbanísticamente como el eje Mariscal López Shopping de Villa Morra, el eje Shopping del Sol y el eje Avenida Santa Teresa.

  1. La ausencia de sanciones impositivas

Una caminata por las calles de CHA revela el deterioro material de la mayoría de sus casonas coloniales, edificios patrimoniales y residencias privadas. Muchos inmuebles derruidos y sucios están abandonados y tienen como únicos pobladores a las ratas, las termitas y las cucarachas.

Sus propietarios pagan un impuesto inmobiliario anual, pero exiguo. Por esta razón no les preocupa el estado de abandono de sus inmuebles y están a la espera de que suban sus precios de mercado para venderlos. La Municipalidad de Asunción no tiene una herramienta que tienen otros municipios del mundo: un impuesto a la propiedad ociosa. Si el inmueble no tiene utilidad social, sino especulativa, su propietario paga un impuesto elevado. Esto lo obliga a mantener su inmueble en buen estado material y a darle uso social mediante el alquiler.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Más vistos

Opinión

× Anunciá con nosotros