“Tenemos que hacerlo, tenemos que hacerlo. Yo dejé mi carrera para gestionar este proyecto”, esgrime Facundo Salinas, titular de Ferrocarriles del Paraguay SA (FEPASA). Facundo quiere que ya en agosto se llame a una licitación. Para esto esperan el decreto reglamentario, que está para la firma del presidente Santiago Peña. Veamos qué hay del proyecto emblema del actual gobierno en obras públicas.
La locomotora Sapucai nos recibe en el andén principal de la antigua central de ferrocarriles. Cerquita, un vagón de madera y hierro macizo. En la sala del presidente, un decorado con relojes y muebles de antaño. “Todo bien con la historia, pero esta es una empresa de ferrocarriles, así que mi principal misión es la puesta en marcha de un nuevo tren”, afirma, en el arranque de la entrevista.
Le falta una mano de pintura a la estación, y arreglos en el segundo piso. Actualmente se gestiona la restauración de las estaciones de Areguá, San Salvador, Ybytimi y por último los arreglos necesarios de la estación central.
-¿Alguna vez viajaste en tren?
La pregunta queda flotando en la memoria. No se acuerda muy bien. Es de Areguá, así que no ha necesitado en su juventud o su niñez trasladarse en tren, pero se recoge en la nostalgia con la estación de su ciudad.
Ya en 1994 expiró el antiguo tren Carlos A. López. Y sí, todo ha quedado en manos de los “petroleros (comerciantes de combustibles)”, reflexionaría más tarde el comunicador y crítico de arte Carlos Cañete, a quien lo encontramos intentando pasar, con el bastón en la mano, Eligio Ayala.
Con la muerte del tren, unos sesenta pueblos quedaron sin transnporte. La mitad de estos pueblos, de acuerdo con la investigación realizada por el “paraguayólogo” Sebastián Bruno, de la Universidad de Buenos Aires, ha terminado en las ciudades de la provincia.
De ese tiempo a esta parte, el doctor Ricardo Franco Lanceta se había consagrado en llevar adelante su proyecto de tren mixo, diésel y eléctrico. Pero murió sin verlo. Aun teniendo el aval de una cooperativa sueca para el emprendimiento. “Ni un guaraní” le iba a costar al Estado paraguayo, repetía y repetía.
Ya lejos de aquella quijotada, Facundo parece reencarnar, ya con espíritu moderno, aquella épica. Él asegura que lo acompaña un equipo técnico muy bueno y que el presidente Santiago Peña respalda el proyecto. “A mí me sacaron del Ministerio de Economía para agenciar el tren”, asegura.
-¿Y usted, realmente cree que se lo hará?
Tarda un segundo, y como si fuera un acto profundo de fe, responde: “sí, creo”.
Asegura que el proyecto de tren de cercanías, uno que una Asunción con Luque, Areguá e Ypacaray, es absolutamente posible.
Hasta el año pasado, las cosas con el tren de cercanías parecían viento en popa a través de un acuerdo con el gobierno y una empresa coreanos. Sobre la base de una inversión de alrededor de USD 600 millones, se había establecido una ley especial para ello. Luego el acuerdo se rompió. No incluía el plan detalles de ingeniería civil y de sub estaciones de energía. Tampoco había estudio de suelo, asume hoy Facundo.
Pero a la muerte de aquel proyecto, rápidamente reformularon la ley y de nuevo la aprobaron. Algunos cuestionamientos quedaron sin respuestas. Bastó entonces la mayoría parlamentaria del gobierno.
Al decir de Facundo Salinas, al día de hoy, solo se espera el decreto reglamentario. Este documento se encuentra para la firma de la Presidencia.
Con ese trámite se quedaría allanado el camino para llamar a la licitación de carácter internacional. Hace poco tiempo, expusieron el proyecto, en el Banco Central, a empresas y organismos. En el diseño, el Estado tendría que poner unos USD 150 millones y el capital privado el resto. 520 a 580 millones se necesitan. La prioridad, dice, es el recorrido de Asunción a Luque, por el volumen de pasajeros. Así que se puede hacer la cosa en dos fases. Cada tren eléctrico proyectado podría trasladar hasta 300 pasajeros a la vez.
A la salida, Facundo nos muestra la locamotora Sapucai y comenta: esta es una entrada muy grande. Allá, un café, más allá la salida.
Y a la salida, la plaza uruguaya. Aquella plaza que se llenaba de pasajeros y trabajadores en esos tiempos en que funcionaba el tren Carlos A. López.
“Qué coincidencia, acabo de averiguar precio de trenes en Europa”, nos dice Carlos Cañete, no vidente. Lo acompañamos hasta el nuevo local de la Secretaría Nacional de Cultura, en Iturbe 333. “Y sí, acá todo se mueve a petrodólares”, remata, al comentarle el motivo de la visita al antiguo tren.