El hidrógeno verde ya tiene su asociación en Paraguay

Sobre el panorama regional y mundial del gas, haciendo énfasis en el  hidrógeno verde, habló el presidente de la Asociación Paraguaya de Hidrógeno (APH), el Ing. Juan Domaniczky.  Además de presidir la APH, fue coordinador del Centro de Innovación en Tecnologías Energéticas (CITE) del Parque Técnico Itaipú (PTI), donde encabezó varios proyectos de investigación.

¿Qué objetivo tiene la Asociación Paraguaya de Hidrógeno? 

La asociación es un gremio que trata de aglutinar a iniciativas privadas en carácter de socios. Busca crear un espíritu de comunicación y apoyo entre los distintos actores del sector gasolinero, para poder consensuar, a través de información,  acciones económicas concretas.

Paraguay tiene un  potencial muy importante a nivel regional para la producción de hidrógeno verde, principalmente por la disponibilidad de agua y por la capacidad instalada de energía limpia, renovable, principalmente hidráulica.

Esta ventaja es importante ya que los electrolizadores, que son las máquinas que separan el oxígeno para crear hidrógeno, utilizan el agua como materia prima y funcionan a base de energía eléctrica.

En cuanto a proyectos, se han hecho importantes avances laboratoriales como, por ejemplo, creamos metanol, gas metano sintético y combustibles sintéticos a partir de residuos orgánicos.

La finalidad de los trabajos es ser la vidriera donde la gente pueda ver que hay iniciativas de hidrógeno verde funcionando en el país y atraer las inversiones, pero todavía nos falta un plan piloto, no laboratorio, de una envergadura razonable. Ese es el propósito por el cual se ha conformado la APH. La asociación cree que Paraguay tiene condiciones inmejorables para desarrollar esta energía.

¿Cuál es la principal dificultad que tiene el hidrógeno?

Foto: Juan Domaniczky.

El tema del financiamiento y la falta de especulación financiera es lo que limita a todo tipo de proyectos. Hubo proyectos de muy buena perspectiva que no prosperaron, porque no cuadraron económicamente.

Hubo un proyecto con la marca BMW, en el 2008, para crear un motor de combustión con base de hidrógeno. Hubo otro en el que el gobierno alemán iba a donar dos plantas de hidrógeno, uno en Itaipú y otro para la ANDE.

Chile es un ejemplo muy palpable, porque no se fijaron tanto en los costos, sino en trazar un objetivo final y construirlo teniendo, incluso, menos condiciones que Paraguay en cuanto a recursos  hídricos y energéticos renovables.

Otra dificultad es que ahora mismo hay una escasez de gas en el mercado energético mundial, resultado del conflicto entre Rusia y Ucrania. 

Ante eso, la Comunidad Europea (CE) sacó una nueva una reglamentación para poder inyectar hidrógeno verde a la red. Alcanzando a cubrir hasta el 12% de la demanda en algunas zonas. Esa acción dinamizó totalmente el sector.

Este auge del hidrógeno genera, a su vez, un crecimiento exponencial en la demanda de electrolizadores, por lo que el tiempo de espera para adquirir una de estas máquinas es mucho mayor en la actualidad.

¿Qué puede decir sobre la iniciativa de crear un gasoducto en la triple frontera?

Una infraestructura que conecte el gas de Brasil, Argentina y Paraguay me parece  una iniciativa muy loable para llevar adelante, sobre todo porque la integración de un gasoducto con certeza va a generar versatilidad a la hora de seleccionar con qué energía se desea trabajar un proyecto.

Para muchas industrias, como la química, es necesariamente más conveniente la energía eléctrica. Entonces, la energía a gas puede ser un elemento principal o, incluso, complementario.

Sabemos que el hidrógeno no es fácil de almacenar, por ende se debe producir y colocar con rapidez para atender una demanda de un determinado producto, ya sea metano, gas natural o amoníaco.

La flexibilidad que genera un gasoducto puede cubrir la demanda de las casas, que es muy poca, y las necesidades de la industria que usa el gas natural como materia prima para diversos productos, como el plástico. No debemos mirar al gas como energía solamente, sino como la transición hacia un nuevo sector industrial que Paraguay todavía no tiene”, concluyó Domaniczky.

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