El ascenso de la República Popular China al grado de superpotencia económica, comercial, tecnológica, militar y política, ofrece varios aspectos dignos de atención y análisis. Desde la última década del siglo pasado el vertiginoso avance de las nuevas herramientas tecnológicas ancladas en internet, al mismo tiempo que transformaron nuestras vidas cotidianas, generaron nuevos tipos de intercambio comercial, circulación de datos e información y originaron novedosos e importantes negocios.
Por Gustavo Reinoso
China se erige hoy en una potencia en el ámbito tecnológico y sin dudas resulta interesante comprobar que los chinos lograron estos avances impresionantes en poco tiempo y con independencia a las grandes firmas estadounidenses del sector domiciliadas en Silicon Valley. Los chinos protegieron su mercado interno de la penetración de las trasnacionales tecnológicas extranjeras, propiciando por el contrario, el desarrollo de un sector tecnológico propio, dando vigoroso impulso a la formación de empresas de capitales chinos, con la activa intervención de la banca estatal en el financiamiento de empresarios, emprendedores, investigadores e innovadores en el campo informático y digital.
Así, al inicio de este siglo, China vio crecer a las grandes firmas tecnológicas nativas, que plantaron cara exitosamente a las “Big Tech” norteamericanas.
Tencent Holdings Limited, fundada por el licenciado en computación Ma Huateng en 1998, fue una de las primeras firmas dedicadas a la mensajería por internet en el mundo. Hoy en día presta a sus usuarios diversos servicios en línea, desarrolla juegos y es líder en Inteligencia Artificial (IA). Su sede central esta en la ciudad de Shenzhen. Con sede en Beijing, Baidu fue fundada por los emprendedores informáticos chinos Robin Li y Eric Xu a finales de 1999.
Baidu es un motor de búsqueda en la red. Dominante en el mercado chino, predomina también en Japón, Corea del Sur y otros países asiáticos, mercados en los que supera a su archirrival occidental Google.
Actualmente diversificó sus servicios ofreciendo mensajería, plataforma bibliográfica, imágenes, traductor, etc. Pero sin dudas la más célebre de las tecnológicas chinas es AliBaBa, fundada por el profesor chino de inglés Jack Ma en junio de 1999. La firma se dedica al comercio por internet, siendo el equivalente chino de Amazon y de la criolla Mercado Libre.com. La firma tiene sus oficinas centrales en la ciudad de Hangzhou. La colorida personalidad de Ma, que lo perfiló como una celebridad mediática, emulando a sus pares occidentales, lo llevó a polemizar con el gobierno chino, episodio que expondremos en esta entrega más adelante.
Si va o lo mandan literalmente a la China, por negocios o el ocio turístico, para evitar un previsible desconcierto ante la internet del gigante asiático, aquí tiene una breve guía práctica de los principales sitios y apps con sus equivalentes occidentales: Wechat = Whatsapp, X= Weibo, Facebook = Qzone, Netflix = Qiyi, Google = Baidu, Instagran = Redbook, Messenger = QQ, YouTube = Bilibili, Google Map = Amap, Uber = Didi, Tik Tok = Douyin.
El Laissez faire (dejar hacer) inicial del gobierno chino que acompañó el nacimiento y crecimiento de las tecnológicas chinas finalizó con la llegada al poder de Xi Jinping en 2013. El escrutinio contable, el aumento de la presión tributaria y la legislación antimonopólica arribaron lenta pero inexorablemente a las empresas del sector.
Este cambio de política se refleja en forma nítida en la controversia suscitada entre el fundador de Alibaba, el multimillonario magnate Jack Ma y las autoridades estatales chinas. A finales de octubre de 2020, en ocasión de un foro empresarial en Shanghái, el más rico de los 44 millones de multimillonarios chinos, cometió la osadía de criticar en público la excesiva prudencia de la banca estatal china, que en su opinión dificultaba financiar los proyectos de inversión de los empresarios chinos: “tienen mentalidad de dueños de casas de empeño” declaró. Estas palabras no cayeron nada bien entre las autoridades de Beijing, firmes partidarias del control gubernamental del sistema financiero. La reacción del gobierno no se hizo esperar. Alegando graves faltas administrativas, en noviembre suspendió la salida inaugural a las bolsas de valores, de acciones de la firma de servicios financieros digitales, propiedad de Ma, AntGroup.
La suspensión de la operación bursátil, en la que AntGroup pretendía recaudar USD 34.500 millones por lo bajo, fue un mazazo. La ofensiva contra el magnate fue acompañada por la prensa controlada o simpatizante del gobierno a través de duras campañas mediáticas. La figura del simpático magnate al que llamaban “Daddy”, mutó rápidamente en la de un cruel explotador propenso a los manejos monopólicos. Con prudencia y discreción dignas de la cultura milenaria a la que pertenece, Jack Ma sigilosamente se ausentó de la escena pública, refugiándose en la vida privada consiente de su caída en desgracia.
Luego de intrincadas investigaciones fiscales por presuntas prácticas monopólicas, que culminaron en fuertes sanciones pecuniarias, AntGroup, cuyos sistemas de pago prácticamente han reemplazado al dinero en efectivo en China, fue el pato de la boda.
La mayoría accionaria de la empresa está ahora en manos de la banca pública china, dejando solo el 6% en poder de su antiguo propietario; conocido ahora como el ex hombre más rico de China. El episodio fue interpretado por los analistas como una demostración del gobierno chino para dejar en claro hasta dónde puede llegar el poder del sector privado y en manos de quienes, en última instancia, se encuentran las decisiones.
Las firmas tecnológicas y el control de los negocios que generan se convirtieron en el terreno donde las superpotencias del globo escenifican su lucha. Desde el regreso de Donald Trump a la casa blanca, los Estados Unidos, pretextando razones de seguridad nacional, buscó por todos los medios arrebatar el control de la red social Tiktok a su empresa matriz la firma china Byte Dance. Se legisló incluso prohibiendo sus operaciones en los Estados Unidos. Trump, sin embargo, ha postergado la clausura con el fin de llegar a un acuerdo con los chinos extendiendo la suspensión de la medida hasta diciembre de este año.
Finalmente, el 20 de septiembre pasado autoridades norteamericanas anunciaron un pacto chino-estadounidense sobre TikTok que tendría el visto bueno tanto de Trump como de Xi Jimping. Según el acuerdo, la firma china transferirá su mayoría accionaria a la empresa norteamericana Oracle, que también se quedaría con los datos de los usuarios estadounidenses y el control del algoritmo, a cambio de que los chinos se queduen con el 20% del paquete accionario y con la explotación de la publicidad en TiKToK en los EE.UU. Este nuevo reparto de poder garantizará que de los seis miembros del directorio, cinco sean estadounidenses. La nueva empresa conjunta, dueña de TikTok en la superpotencia del norte, comenzará sus operaciones en enero de 2026.
Las redes sociales y aplicaciones de internet en poco tiempo mutaron de novedades y herramientas de la existencia cotidiana en generadores de competencia e incluso confrontación, entre múltiples sectores, a raíz del multimillonario negocio que originan y que todos ambicionan controlar.