En el contexto de una suba exorbitante del petróleo, Brasil lo impulsó como política pública en los 70. Y como extensión de la industria brasilera, Paraguay se sumó a la producción del etanol. En Paraguay hay una ley que obliga su mezcla, en poco porcentaje, con la nafta. Acá la historia del alcohol como combustible, su producción en Paraguay y el desarrollo automotriz.
Por Gustavo Reinoso
El alcohol absoluto o etanol es el compuesto químico obtenido a partir de la destilación de materias primas orgánicas vegetales (caña de azúcar en el caso de las industrias paraguaya y brasilera) que contienen químicos hidroxilos alcohólicos.
Su fórmula química es CH3-CH2-OH, un líquido incoloro, con olor semejante al ácido acético, muy inflamable. Puede utilizarse como combustible, solo o mezclado en distintas proporciones con la nafta derivada del petróleo. Representa una alternativa viable al consumo de los carburantes derivados del hidrocarburo fósil.
Las mezclas de etanol y naftas de uso comercial más comunes son; E10 y E85 con contenido del 10% y 85% de alcohol carburante respectivamente. El etanol se usa también como añadido para oxigenar las naftas convencionales, en reemplazo del éter metil ter-butílico, reduciendo la contaminación del suelo y las aguas subterráneas, producida por este aditivo químico que aumenta el octanaje de la nafta.
En el Paraguay, la ley N° 5444/2015 “De Fomento al Consumo de Alcohol Absoluto y Alcohol Carburante” y su modificación la ley N° 7357/2024, disponen que el combustible Flex debe tener una mezcla de 85% de alcohol absoluto y 15% de nafta, en productos de hasta 85 octanos. Las normas también establecen que la mezcla obligatoria de alcohol carburante en las naftas convencionales de menos de 97 octanos, fijando el porcentaje en 30% a partir del año 2025 y para el año 2030 debe llegarse al 32%.
En cuanto a la industria automotriz local, se dispone que al menos un 30% de la producción de las plantas ensambladoras de vehículos y motocicletas instaladas en el país sea de automotores impulsados por combustible Flex E85.
Petróleos Paraguayos (Petropar), posee una planta de producción de alcohol carburante en el municipio guaireño de Mauricio José Troche, a 168 kilómetros de Asunción. Inaugurada en 1980, la planta, en aquel entonces propiedad de la Administración Paraguaya de Alcoholes (APAL), desde 1989 se encuentra bajo la administración de Petropar. Las instalaciones, que adolecen de notoria obsolescencia, ocupan una superficie de 150 hectáreas. En el año 2024 Petropar reporto una producción de 21 millones de litros de alcohol equivalente al 20% de la demanda del mercado local y el 70% de las necesidades de la flota estatal de automóviles. El 80% de las necesidades del mercado interno se satisface por la producción de empresas privadas.
Algunas fuentes aseguran que el propio Henry Ford adaptó el motor de un Ford T al etanol y lo calificó como “un combustible prometedor”. Sin embargo, los bajos precios del petróleo en ese tiempo desalentaron la continuidad de los experimentos.
En el Brasil los primeros antecedentes se remontan a los años 20 y sobre todo en los años de la segunda guerra mundial, cuando la acción de los submarinos alemanes redujo drásticamente el aprovisionamiento de petróleo en el Brasil, país que, desde principios de 1942, entró en la guerra contra las potencias del Eje.
Durante la contienda la mezcla establecida legalmente llegó al 50% de etanol en la nafta común. Finalizada la guerra, la baja cotización del petróleo hizo que se abandonara el etanol en Brasil hasta la gran crisis de petróleo del año 1973, cuando, a raíz de la guerra de Yon Kippur, a iniciativa del rey Faisal de Arabia Saudita, los países árabes exportadores de petróleo declararon un embargo de petróleo contra los países occidentales por su apoyo a Israel. El impacto del embargo sobre los precios del crudo fue brutal, registrándose un aumento del 300% en menos de doce meses. En el contexto, de este “Schock Petrolero”, los generales de la dictadura militar brasileña, bajo la presidencia del general Ernesto Geisel, idearon el programa “Pró-álcool”, lanzado en 1975. El objetivo era ambicioso. Se buscaba, gradual pero inexorablemente, lograr la substitución total de los combustibles fósiles en favor del etanol producido a partir de caña de azúcar.
El gobierno brasileño hizo obligatoria la mezcla de etanol carburante con las naftas en un porcentaje que en lapso de vigencia del programa “Pró-álcool” 1976-1992 de entre el 10% y el 22%. Simultáneamente, tras pruebas en prototipos y en la flota de automotores gubernamentales, la industria automotriz brasileña lanzó en julio de 1979 el FIAT 147, primer vehículo 100 % alcoholero. Pronto las otras firmas de la industria automotriz radicada en Brasil, Volkswagen, Ford y General Motors, también adaptaron los motores de sus modelos para funcionar solo con etanol.
Hasta 1986, los automóviles que usaban etanol disfrutaron de gran éxito comercial. A pesar del mayor consumo relativo de los motores a etanol, compensado por su precio menor a la nafta y a los problemas de encendido en clima frío, estos autos alcoholeros llegaron a constituir mayoría en el parque automotor del gigante país vecino.
La producción del carburante estaba en manos privadas, que el gobierno promovía a través de las compras de Petrobras para las mezclas obligatorias, subvenciones y préstamos preferenciales.
Una sostenida suba en los precios internacionales del azúcar, a partir de 1986, derrumbó al programa “pró-álcool”.
Para los productores era más rentable vender su materia prima a los ingenios azucareros que a las plantas destiladoras de etanol. La producción del biocombustible bajo rápidamente y hubo escasez, filas interminables de desengañados automovilistas ente estaciones de servicio sin combustible para sus autos. El déficit productivo llegó a tal grado que para paliar la situación Brasil tuvo que importar etanol de los Estados Unidos. Para el inicio del nuevo siglo el ambicioso programa brasileño estaba virtualmente acabado.
Como vagón subalterno arrastrado por la locomotora brasileña, Alfredo Stroessner sumó al Paraguay a la iniciativa de sus colegas de Brasilia. Así, en octubre de 1980 se inauguró la planta alcoholera de Troche, la primera del país. Entonces bajo responsabilidad de la desaparecida Administración Paraguaya de Alcoholes.
En la década de los ochenta la mayoría del parque automotor nacional estaba constituido por vehículos producidos en el Brasil. Rápidamente un gran número de autos “alcoholeros” ingresaron al país.
Sin embargo, en el tiempo el parque automotor de procedencia brasileña fue remplazado masivamente por los automóviles importados de segunda mano desde el Japón a través del puerto franco chileno de Iquique, facilitando el acceso a vehículos, más fiables, económicos y duraderos, a precios bajos para los consumidores paraguayos.
El renacimiento del etanol como combustible inició en mayo del 2003 cuando la Volkswagen lanzó su línea de modelos con motores “Total Flex”, siendo el primero el Gol 1.6. Rápidamente las otras marcas siguieron el ejemplo. Este tipo de motores son capaces de funcionar con cualquier proporción de etanol o nafta. Actualmente las marcas que producen automóviles con motores “Flex” incluyen a Chevrolet, Fiat, Ford, Peugeot, Renault, Volkswagen, Honda, Mitsubishi, Toyota y Citroën. El avance técnico de los motores “Flex” y las propiedades menos contaminantes del etanol son en el presente los mayores impulsores de la industria productora del alcohol carburante.
Finalmente, corresponde señalar que la producción a escala industrial del etanol combustible no está libre de controversia, bajo en emisiones de gases contaminantes, sin embargo se apunta a sus efectos: la deforestación, el monocultivo, la degradación del suelo por el uso de fertilizantes y agroquímicos, así como el aumento de precios en los alimentos que ocasiona su producción masiva, particularmente en los países en que la materia es el maíz como en los Estados Unidos.